Desde siempre, nuestras madres, nuestras abuelas, nuestras tías...han cocinado infinitamente mejor que nosotros. Y tenemos la sensación de que somos una especie de eslabón perdido porque nuestros hijos no tienen la sensación de que sus padres figuren en esa lista de buenas cocinas. Así que lo mejor es casi copiar recetas y transmitirlas a ver si cuela. Es lo que yo he hecho con este exquisito conejo que prepara mi tieta Conxita y que, después de probarlo, ya he hecho alguna que otra vez. Me sale rico, pero a ella más.
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